domingo, 7 de agosto de 2011

El silencio se mueve

Liza se pone en pie. Yo, antes de ir tras ella, me dispongo a cerrar el archivo. Miro la frase. Si carecemos de misericordia nos convertimos en amantes de la muerte sucia. Pincho guardar y cierro el ordenador.
Tomo una de las chinchetas de colores clavadas en el corcho que tengo junto al ordenador para guardar notas. Fijo al corcho el dibujo con la sonrisa y la invitación y la miro un segundo antes de levantarme e ir tras Liza.

Las ideas sobre la vida y la muerte deben ser lo más nítidas y firmes, me digo.

Y si vienen con una sonrisa mejor. Mucho mejor.




(El silencio se mueve, Fernando Marías)

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