martes, 8 de enero de 2013

No hay peligro peor que el poder de convicción de la propia mente

Piensa, repiensa, vuelve a repensar.

Y es precisamente ese excesivo darle vueltas lo que hace ir para atrás.

¿Sí...? ¿No...? ¿Quizá?

Barreras infranqueables, pensamientos afilados; dobles sentidos, precipitaciones, dudas, adelantos; miedos generalizados, hostilidades manifiestas. Balance global.

Ambivalencia.

Y volvemos al principio, incertidumbre, ambigüedad.

Perspectivas de un futuro incierto, plagado de inseguridad.




1 comentario:

  1. Ni que lo digas.

    Lo súper-súper entiendo.

    Durante años y años pensé y repensé. Curiosamente, hace no mucho, me levanté pensando si quería vivir una vida mental, o una vida pasional. Y la sola pregunta implicaba la respuesta de que mis propios pensamientos me estaban separando de mis pasiones.

    De ahí en adelante, dejar de pensar es una meta que enfrento todos los días. Es curioso que para muchos, pensar es difícil. Y para otros, el camino fácil.

    El camino fácil, sí, que no necesariamente es el que nos lleva a algún lado.

    ResponderEliminar