jueves, 13 de octubre de 2011

Entre la espada y la pared

Y aunque no te diste cuenta, inconscientemente tomaste tu decisión...

Aún no te habías recuperado del último golpe y la vida ya volvía a la carga con un nuevo asalto.

Los acontecimientos se precipitaron y tú les seguiste el ritmo, era inevitable, algún día debía suceder. Y sin embargo todavía te preguntas si hiciste lo correcto. 

Y es que, ¿por qué esa vocecilla insulsa que te insta a volver atrás? ¿Qué has hecho mal esta vez? ¿Por qué esa inseguridad?

Ya eres incapaz de comprender por qué todo en tu vida tiende a salir mal. Cuando las cosas empiezan a enderezarse por un sitio de repente se desmoronan por el otro.

Y no sabes qué quieres, cómo te sientes, tu cabeza es un hervidero de ideas, cada cual más confusa que la anterior. 

¿Sí? ¿No? ¿Qué hacer?

La situación se desborda, no puedes seguir así. Ya no hay posibilidad de tomarte un descanso.

¿Habrá llegado el momento de hacer frente a los acontecimientos por mucho que veas todas esas nubes negras portadoras de tormenta arremolinándose sobre tu cabeza?

En el fondo sabes que sí, no vale la pena retrasar más las cosas. El momento se acerca, la suerte está echada, sólo queda armarse de valor y prepararse para afrontar lo que esas malditas elecciones han traído consigo. Por ambos bandos.



Y respiras hondo, la cabeza entre los brazos, piernas flexionadas... Ya sólo falta un impulso, un pequeño impulso.


Tan solo un simple salto y te habrás tirado de cabeza a la piscina.
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