sábado, 9 de abril de 2011

La fuga

Avanza por la calle, presurosa. Mira alrededor continuamente, como si alguien pudiera estar siguiéndola. Por fin, llega a su destino: la estación de tren. Se para un momento ante las grandes puertas de acceso, respira hondo y, finalmente, entra. A su paso observa cuidadosamente a la gente que espera en los diferentes andenes, preguntándose  cuál será el suyo y maldiciéndose a sí misma por no haberlo preguntado. 

      Mientras busca a una persona en particular, comienza a sentir dudas acerca de lo que está a punto de hacer. Todavía habría tiempo de volver atrás... No, demasiado tarde.  Al fondo, apoyado contra una columna, divisa una figura demasiado conocida para ella. Sin saber cómo, irradia una actitud tranquila, segura, de normalidad, aunque lo que estén a punto de hacer no lo sea mucho.

       Al verle, a él y a la sonrisa con la que la recibe, todas las dudas que ella hubiera podido tener se disipan al instante. Ahora sabe perfectamente por qué está haciendo aquello. Porque lo quiere, como si fuera una parte más de ella misma. Así, tan simple…

      Él saca los dos billetes y se los enseña. El tren está a punto de llegar. Diez minutos más tarde aparece por un extremo del andén. Deben apresurarse en subir, o con tanto gentío lo perderán. Antes de poner un pie en el vagón, sus ojos se encuentran. La suya es una mirada intensa,  de esas en las que sobran las palabras y que sin embargo consigue transmitir todo lo que sienten.

        Así, agarran el poco equipaje que llevan y, tras volver la vista atrás, suben al tren. Un tren que los llevará a su nuevo destino, no les importa mucho cuál. Ninguno de los dos se arrepiente de su decisión; tienen claro lo que quieren, se quieren, por mucho que a algunas personas les pese y no lo acepten. De ahí ese viaje, un viaje que cambiará sus vidas irreversiblemente.

      Y así, observando la ciudad que fue su hogar perdiéndose en la distancia, se cogen de la mano, el tren avanza. Un futuro incierto les espera, sí. Pero es un futuro juntos, y seguro merecerá la pena.

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